PRESENTACIÓN
La
lectura del libro de Samuel nos habla de la vocación del
profeta. Una bella narración, pero que no se queda
únicamente en eso.
Ya
su nacimiento fue especial, pues su madre, Ana, era estéril
y había prometido que, de tener un hijo, lo
consagraría al Señor. Y así, cuando nació Samuel
lo ofreció al templo para que sirviera al Señor, y lo puso
bajo el cuidado del sacerdote Elí.
Samuel
recibió su vocación profética hacia el año 1050 a.C. en
el santuario de Silo.
Samuel
será una de las figuras que dejarán huella en Israel,
junto a Moisés y a Aarón.
Fue
un jefe espiritual y político, con funciones sacerdotales y
de administración de justicia; será el encargado de ungir
a los dos primeros reyes de Israel: Saúl y David; también
ejercerá de profeta entre los reyes y Dios, pues será el
portador de su palabra.
Dos
frases encuadran la narración de la vocación de Samuel:
"En aquel tiempo era rara la palabra de Yhavéh, y no
eran corrientes las visiones", al comienzo y "Yhavéh
estaba con él y no dejó caer en tierra ninguna de sus
palabras", al final.
En
la vocación de Samuel encontramos el modelo de respuesta a
la llamada de Dios. Es demasiado pequeño y ha necesitado la
ayuda del sacerdote Elí para comprender, pero cuando ha
entendido quién le llamaba, se ha puesto, al punto, a su
disposición: "Aquí estoy", "Habla, Señor,
que tu siervo escucha".
PRIMER
LIBRO DE SAMUEL 3, 3b-10. 19
En
aquellos días, Samuel estaba acostado en el templo,
donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a
Samuel y él respondió:
—Aquí
estoy.
Fue
corriendo a donde estaba Elí y le dijo:
—Aquí
estoy; vengo porque me has llamado.
Respondió
Elí:
—No
te he llamado; vuelve a acostarte.
Samuel
volvió a acostarse.
Volvió
a llamar el Señor a Samuel.
El
se levantó y fue a donde estaba Elí y le dijo:
—Aquí
estoy, vengo porque me has llamado.
Respondió
Elí:
—No
te he llamado, vuelve a acostarte.
Aún
no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido
revelada la palabra del Señor.
Por
tercera vez llamó el Señor a Samuel y él se fue a
donde estaba Elí y le dijo:
—Aquí
estoy; vengo porque me has llamado.
Elí
comprendió que era el Señor quien llamaba al
muchacho y dijo a Samuel
—Anda,
acuéstate; y si te llama alguien, responde: «Habla,
Señor, que tu siervo te escucha.»
Samuel
fue y se acostó en su sitio. El Señor se presentó
y le llamó como antes:
—¡Samuel,
Samuel!
El
respondió:
—Habla,
Señor, que tu siervo te escucha.
Samuel
crecía, Dios estaba con él, y ninguna de sus
palabras dejó de cumplirse.
Palabra
de Dios
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