INTRODUCCIÓN
EL
ESPÍRITU SANTO Y PENTECOSTÉS
EN
EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
CAPÍTULO
TERCERO
CREO
EN EL ESPÍRITU SANTO
683 "Nadie
puede decir: "¡Jesús es Señor!" sino por influjo del
Espíritu Santo" (1 Co 12, 3). "Dios ha enviado a nuestros
corazones el Espíritu de su Hijo que clama ¡Abbá, Padre!" (Ga
4, 6). Este conocimiento de fe no es posible sino en el Espíritu
Santo. Para entrar en contacto con Cristo, es necesario primeramente
haber sido atraído por el Espíritu Santo. El es quien nos precede
y despierta en nosotros la fe. Mediante el Bautismo, primer
sacramento de la fe, la Vida, que tiene su fuente en el Padre y se
nos ofrece por el Hijo, se nos comunica íntima y personalmente por
el Espíritu Santo en la Iglesia.
PENTECOSTÉS
731
El día de Pentecostés (al término de las siete semanas pascuales),
la Pascua de Cristo se consuma con la efusión del Espíritu Santo
que se manifiesta, da y comunica como Persona divina: desde su
plenitud, Cristo, el Señor (cf. Hch 2, 36), derrama profusamente el
Espíritu.
732 En
este día se revela plenamente la Santísima Trinidad. Desde ese día
el Reino anunciado por Cristo está abierto a todos los que creen en
El: en la humildad de la carne y en la fe, participan ya en la
Comunión de la Santísima Trinidad. Con su venida, que no cesa, el
Espíritu Santo hace entrar al mundo en los "últimos
tiempos", el tiempo de la Iglesia, el Reino ya heredado, pero
todavía no consumado:
Hemos visto la verdadera Luz,
hemos recibido el Espíritu celestial, hemos encontrado la verdadera
fe: adoramos la Trinidad indivisible porque ella nos ha salvado
(Liturgia bizantina, Tropario de Vísperas de Pentecostés; empleado
también en las liturgias eucarísticas después de la comunión)
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