PRESENTACIÓN
El clima
está enrareciéndose, Jesús se ha vuelto cada vez más
incómodo para los dirigentes del pueblo y no sería el
primero que fuera quitado de en medio.
De hecho,
el mismo Jesús lo había dicho seis días antes, cuando la
confesión de Pedro: "El Hijo del hombre tiene que ser
condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser
ejecutado y resucitar a los tres días" (Mc 8, 31)
Ciertamente
era incomprensible que al Mesías, así lo había definido
Pedro, le pudiera pasar eso. ¿Y si era un impostor? ¿Y si
estaban siendo engañados?
Jesús toma
a los más cercanos, Pedro, Santiago y Juan y los lleva a la
montaña alta y se les hace presente en toda su gloria. La
nube, signo de la presencia de Dios y la voz que ratifica,
como el día del Bautismo, que Él es el "Hijo
amado"; Moisés y Elías, la Ley y los Profetas, que
testifican que todo lo que había sido anunciado, se cumple
en Jesús.
Jesús ha
querido reforzar la fe de sus apóstoles para que no se
derrumbe cuando lo vean colgado del madero, para que sean
apoyo de la fe de los hermanos.
Con todo,
no entienden mucho lo que ha pasado ni las palabras de
Jesús sobre la resurrección. Tendrán que suceder los
acontecimientos anunciados, para que se iluminen las
oscuridades que les quedan, para que se fortalezca una fe en
Jesús, el Cristo, todavía débil.
*
Yo también quisiera subir contigo a la
montaña; yo también necesito que
robustezcas mi fe. *
Creo en el testimonio de Pedro, Santiago y
Juan. *
Creo que eres el Hijo amado y debo
escucharte. *
Si estoy junto a ti, siempre estaré bien;
déjame hacerte una choza.
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SAN MARCOS 9, 2-10
En
aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a
Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una
montaña alta, y se transfiguró delante de
ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco
deslumbrador, como no puede dejarlos ningún
batanero del mundo.
Se
les aparecieron Elías y Moisés, conversando
con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le
dijo a Jesús: - «Maestro, ¡qué bien se
está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una
para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Estaban asustados, y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que los cubrió, y salió una
voz de la nube:
- «Éste es mi Hijo amado; escuchadlo.»
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie
más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó:
- «No contéis a nadie lo que habéis visto,
hasta que el Hijo del hombre resucite de entre
los muertos.»
Esto se les quedó grabado, y discutían qué
querría decir aquello de «resucitar de entre
los muertos».
Palabra
de Dios
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