CAMINO
DE ADVIENTO
-
Pregón de consuelo
El
primer anuncio que hoy hemos escuchado ha sido de
confianza y optimismo: "Consolad, consolad a mi
pueblo", "súbete a lo alto, heraldo, alza la
voz, di a las ciudades de Judá: aquí está nuestro
Dios".
En
verdad que a todos nos hace falta un toque de confianza,
en este mundo en que vivimos, envueltos muchas veces en
la angustia y la preocupación.
Es
la convocatoria: un pregón de consuelo, una invitación
a la esperanza. ¿Cuál es el motivo? El centinela
anuncia "la llegada". El centinela se llama
Isaías, y nos dice: aquí está nuestro Dios. El
centinela se llama Juan el Bautista, y su mensaje dice:
el Salvador que Dios envía está llegando, y se llama
Jesús de Nazaret. Es lo que anuncia el evangelio.
Esta
sí que es una buena Noticia. "Evangelio"
significa "buena noticia". Y hoy nos ha sido
proclamada a todos: que Dios es un Dios que salva, que
sigue actuando, que su enviado se llama Cristo Jesús,
que viene con fuerza, que está ya en medio de nosotros,
y que quiere construir unos cielos nuevos y una tierra
nueva.
-Llamada
a la conversión
Pero
tanto Isaías como el Bautista no han pronunciado sólo
palabras de consuelo. Nos han llamado a la conversión:
"preparad los caminos para el Señor que
viene..." La espera del Señor no es una actitud
pasiva y conformista. Es una espera activa, llena de
energía. Es la espera del que camina ya hacia la
persona que viene.
Si
la llamada del domingo pasado se podía resumir en el
slogan: "Vigilad", la de hoy se puede
sintetizar con otra consigna también clara y enérgica:
"convertíos".
Convertirse
no significa necesariamente que seamos grandes pecadores
y debamos hacer penitencia.
Convertirse,
creer en Cristo Jesús, significa volverse a él,
aceptar sus criterios de vida, acoger su evangelio y su
mentalidad, irla asimilando en las actitudes
fundamentales de la vida.
Por
eso la voz del Bautista, que resuena hoy por todo el
mundo, es incómoda en el fondo: nos invita a un cambio,
a una opción: "preparad el camino del Señor,
allanad sus senderos..." Y Pedro ha resumido el
programa de esta venida en su carta de hoy: "un
cielo nuevo y una tierra nueva, en que habite la
justicia".
-Algo
tiene que cambiar en este Adviento
Si
Cristo viene, y viene con fuerza, su venida nos
compromete. No es que esperemos el fin del mundo. El
mismo Pedro nos ha disuadido de ir con esos cálculos.
Lo importante no es saber cuándo volverá Cristo en su
gloria: sino de ir haciendo camino en la dirección que
Él nos muestra. Ir cumpliendo el programa que Él nos
ha trazado y que está lejos de haberse cumplido.
¿Que
es lo que cambiará en nuestra sociedad, en este
adviento? ¿De veras se allanarán senderos, de veras
daremos pasos eficaces hacia esa tierra nueva, hacia esa
sociedad mejor, con mayor justicia y fraternidad? ¿Qué
es lo que va a cambiar en nuestras familias, en nuestras
comunidades? ¿Se notará que hemos aceptado a Cristo
como criterio de vida, con sus actitudes y su
mentalidad? ¿Qué es lo que cambiará en nuestra vida
personal? Pedro ha terminado su pasaje de hoy diciendo:
"mientras esperáis, procurad que Dios os encuentre
en paz con Él, inmaculados e irreprochables...".
Vivimos
ya una espiral tentadora de compras y regalos. La
sociedad de consumo nos envuelve en su red, a pesar de
la crisis. Pero ¿es esa la preparación de la Navidad
cristiana? Esperar a Cristo y alegrarse con su venida,
salir a su encuentro, es algo mucho más profundo...
-La
Eucaristía
Para
este camino de conversión a Cristo tenemos nuestro
"viático": la Eucaristía. La Palabra de
Dios, que se nos proclama y que acogemos con fe; la
comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, esto es
lo que nos da ánimos y nos sostiene en la peregrinación
de cada semana. Mientras esperamos la gloriosa
manifestación del Salvador, al final de la historia,
todos somos convocados este año a una marcha hacia
adelante: el Señor viene a nosotros, con tal que también
nosotros vayamos hacia Él.
J.
ALDAZABAL
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